sábado, abril 08, 2006

A ti Princesa, mi Orquidea de Fuego

Ada de la Alegría.
(escrito 23/05/96)

Ada de la alegría,
carisma del fuego,
bella inocencia...
Amiga Universo.

No es dulce mi hablar
sino tu dulce mirar,
quien me hace Neruda
para decirte: ¡ Cómo tú, ninguna!...

Con la belleza de la Orquídea
siempre te presentas
y el Astro Rey
te hace reverencia
por tener la nobleza de una Princesa.

Si hace vuelo tu presencia
el tul del cielo
pierde su semblanza.
Pero se viste en corona y velo
con tu solo recuerdo.

Y ahora que regresas a mi vida,
sin haberte marchado
haces gala de un gran portento:
revivir a quien se creía muerto.

Y es que el ¡Hola como estás!
siempre vale más que mil palabras,
buenas o malas.
Al verte preocupar por los demás
te haces de importar
y por demás muy especial...

Tu padre bien a tenido razón,
y espero no pasar de basto
con mi afirmación.
Pues eres y serás
su Sol y su Mar
y de nosotros una gran amistad.
Y es que sólo tú, sabes como hacer latir
nuestros corazones con tu dulzura
y gran personalidad.

Por eso hoy deseo,
que tu fuego y carisma
sean como el Universo
y mi Te Quiero; infinitos.

Siempre recuerda ¡Arriba las palmas!.
Eternamente... Tu Niño.


Misceláneas De Una Quimera Sin Final:
"un día de triunfo."
(escrito el 20/07/97)

Desde hace un par de años ya
deambulando entre el cielo y la tierra,
en su limbo particular,
un noble Caballero encontró
una cándida Princesa.

En ese momento fue cuando comenzó
una Quimera sin final,
escrita día a día
con personajes reales
en comparaciones no habituales,
y aquí tan sólo hay una parte
donde la Princesa es lo importante.

Antes de ese encuentro
ya se conocían:
él de aspecto sádico,
ella a la defensiva.
En un principio.

Pero eso, con el tiempo cambió
no se sabe, ni dónde, ni cuándo o cómo...
quizá, por lo que él con el tiempo
en ella encontró, para hacerla Princesa:

la tranquilidad que guarda
en la sinceridad de su dulce mirar,
como el reflejo que da
la noche al mar, entre el suave
espumar de las olas,

la motivación que otorga
su palabra sincera;
como motiva
el saber de quien nos quiere,

la seguridad que proporciona
su presencia,
cuando se ha perdido el rumbo que se lleva
o no se conoce el camino;
como la seguridad que da el sol
de que ya amaneció
y siempre amanece cuando sale,

el querer que hacia ella se genera
como el que se genera
hacia los niños por su inocencia,

y el orgullo que se siente
al estar a su lado por lo que es
y no por lo que tiene,
sino por lo que obtiene.

Es lo que la hacen Princesa,
aún sin trono ni reino,
ni corona a la vista.
Pues, su reino es su vida
su trono su corazón y conciencia,
y su corona los cinco valores
que la hacen una Princesa ser...

Y hoy para su reino
impulsada por su trono
obtiene un gran triunfo
que a un rey está dedicado;
elevándose hasta lo alto
un bello coro,
que festeja y expresa
orgullo y amor.

En éste día de triunfo
iluminando está más el sol
y la luna excitará al ancho mar,
donde una sola y única persona
puede entender y escuchar
que unen Sol y mar en una voz,
acompañándole una bendición.

Y en éste mundo
con la presencia de quienes
conforman su vida,
expresándose orgullosos
la felicitan
y el Caballero nuevamente
ante ella hace reverencia.

Pero ella debe recordar
que este triunfo
bofetón a los incrédulos –
es sólo la apertura
a la ampliación de un reino,
donde comenzará a demostrar
su gran capacidad de evolución;

que su corona
no sólo es reconocida por un Caballero
sino por si misma,
llevando como bandera la constancia,
valiéndose de su trono
para seguir ampliando su reino;

y que siempre contará
con la protección de un rey y una reina
desde el cielo hasta la tierra,
la ayuda de un noble Caballero
y de quienes conforman su reino.

Hablándole a la Luna.
(en Pérez Bonalde, 11/09/97)

Estoy triste – le digo a la luna –.
Por eso busco a una amiga.¿ No la haz visto?
Tiene negro el cabello,
una encantadora tez morena...
¿Concedes deseos
o sólo las estrellas?.

Bueno, me gustaría...
ser Neruda y hacerte mi musa.
Conocer al Ada de la Alegría.
Escribir Una Quimera sin final,
para convertirla en Princesa;
para dejar de ser hombre basto
y convertirme en Caballero.

Me gustaría ser Van Gohg
y retratar su mirada
Entre Delfines y Ostras.
Me gustaría ser Lalo
e inspirarle una sonrisa
con mi inoportunidad.
Me gustaría que esto no fuera servilleta
sino producto de nuestra amistad.

¡ Hey! – me interrumpe la luna –
¡Son sólo tres ¡
respóndole:
bueno, concédeme uno no más.

Entra en su cuarto
y dale un abrazo fuerte, fuerte,
y dile que es de parte mía.
Con mi recuerdo abrígala
para que sueñe conmigo
o con los angelitos
que no es lo mismo,
pero es igual.

Si interrumpo sus sueños
dile que me disculpe,
no soy yo, es esta maldita tristeza
que por ahora me agobia
y ya me encargare de reprenderla.

¿Y el resto de tus deseos? – replícome la luna –
por eso no te preocupes,
yo me encargo.
Con el poder del arte
que crea poetas, pintores y trovadores,
que me da el don
de cambiar el mundo de Caín
por el de Abel,
manipulando las palabras;
reflejando lo que veo con los ojos
y con el alma.
Ese mismo poder con el que te cambio
el “me gustaría” por un ¡Gracias a Dios por ser!.

Ya son pasadas las ocho.
Así que me voy,
no puedo seguir esperándole...
- ¿Y tu tristeza? -
se viene conmigo
y ya veré en que río la deposito.
Y sin más que agregar ¡Gracias por escuchar!.

Estuve en un Sueño que No es Mío.

Estuve en un sueño,
en un sueño que no es mío...

El mismo se inicia en un jardín
haciéndole a una mirada frente.
Era la mirada de una hermosa mujer,
muy atrayente, noble y sincera.

Nos envolvió un fondo de tango...
Estaba con ella bailando
y en algún momento, por unos segundos,
en esa mirada, en el encanto de sus ojos
sentí como si me fuera a perder...

Desee en ese instante besarla
¡Juro por Dios que así fue!...
ella nunca retiró de mis ojos
su mirada
como si también ese beso,
ella deseara.

Y en el momento que hacerlo pude,
que pude besarla, no lo hice.
Me retiré sin decirle nada...
Desapareció el tango
y no me perdí en su mirada.

Como de la nada,
la volví a encontrar.
Estaba sentada leyendo un escrito mío,
nos hallábamos en la sala de un teatro...
deje en sus piernas una rosa,
le pedí que me acompañara,
que confiara en mí...
y así, lo hizo.

Comenzó nuevamente el tango
y ella frente a mí
con todo su esplendor.
Comenzamos a bailar
y volví a enfrentar su mirada.

Pero ya no me sentía
como si me fuera perder allí.
Al contrario sentí,
que podía hallar un refugio.

Me sentía seguro,
no de tenerla.
Me sentía seguro,
de poder sobrevivir...
sobrevivir a su belleza,
como si ella siendo una Ninfa
y yo sin ser Dios del Olimpo,
podríamos mantenernos ahí
como uno... juntos los dos.

Aliviado por la seguridad
de sus ojos,
la regresé al lugar del encuentro.
Suavemente roce sus labios
con los míos...
en sus manos le entregue la rosa
y poco a poco,
me aleje... desapareció el tango
y me quedé en su mirada.

Se reflejó luego, en mi sueño,
ella sollozando
encerrada en su cuarto.
Lloraba mientras, leía el mismo escrito,
aquel del teatro.
Mas lo vi, y no era mío,
no era mi letra,
no eran mis versos.
Es extraño,
yo no estaba presente,
pero, aún así, la veía
y lamentaba su llanto.

Lloraba por mí,
sin ser yo el causante.
¡Nunca lo llegue a entender!.

La fui a buscar,
quería entender lo que ocurría.
La encontré en no sé dónde
y otra vez el tango
estaba allí...
sirviéndonos de fondo.

Me acerqué,
me volvieron a desafiar sus ojos.
Me pidió que la dejara,
mas no quería que lo hiciera...
Sentí de nuevo deseos de besarla
y lo hice, la bese...

Sólo estuve en un sueño,
en un sueño que no es mío.
¡Gracias a Dios que no es mío
y de que soñaba dormido!.

Al Creador del Atardecer.
(escrito el 02/06/98)

Cuenta la Orquídea
en su injusta tristeza
como nació el atardecer
que nos da el respiro
y aliento de los sueños.

Después de muchos años de lucha,
quien ahora yace en el cielo,
unió el sol y el mar
en su amor y deseo por una bella luna.

Que perdure en el tiempo.
Que sea motivo de un beso.
Que aplaque la tristeza.
y que traiga vida a la tierra.

Ese fue el deseo de aquel hombre
que luchó por la vida.
Y aunque no tuve la fortuna
de conocerle,
hoy le rindo tributo
en mis poemas,
por haber sido él,
quien uniera el sol y el mar,
que nos da el respiro
y el aliento de los sueños,
ofrecidos en una Orquídea de Fuego...


¿ Dónde estas, Mi Princesa?.
( Río Chico, 26/07/98)

Hoy mi alma a caminar salió
en busca de lo que extraña mi ser;
la presencia de aquella hermosa mujer
que amo sin ser su enamorado.

Salió sola, en busca de sus huellas.
Salió en busca del calor de sus manos.
Mas sólo halló: piedras y arena,
tristeza y alguien decepcionado.

Entró en el mar, deseosa
de toparse con su dulce mirada.
Pero aquí no hay delfines ni ostras...

Hasta el cielo fue en su búsqueda,
búsqueda infructuosa.
Fue a preguntarle a la luna
dónde se halla Mi Princesa.
No halló respuesta alguna...
La luna dormía
y el sol nada sabía.

Así que tuve que salir yo.
Salí a calmar mi ser.
Salí a alegrar mi alma.
Salí a buscarla en la puesta del sol,
donde sé que se halla.

Donde empieza su mirada.
Donde se inician sus sueños.
Donde comienza su carisma
y donde esta historia termina.

Hallé la tranquilidad de la noche
entre el suave espumar de las olas
y revivir su recuerdo.
Recuerdo envuelto en la necia duda
en ¡Qué si de mí hoy, se ha olvidado!.

¿Dónde estas Mi Princesa? – me pregunto yo –
mi ser te extraña,
mi alma entristecida está, por tu ausencia.
¿Es qué de mi hoy, te haz olvidado?.

Ánimo.
(continuación al anterior,
10 días después)

El alma regresó a mi cuerpo,
alegre y satisfecha.
Regresó acompañada
de un simpático León
con un “Te Quiero” en el corazón,
que aviva el sentimiento
que inclina a mi ánimo
hacia lo que me place:
amor a la belleza,
amor al arte...

“Ánimo: alma y espíritu”.
“Alma: conciencia y pensamiento íntimo
que alienta y da fuerza al ser humano.”

Así le he puesto al León
que lleva tu palabra
y tu recuerdo en el corazón.

¡Ánimo!... en la puesta del sol,
donde el sol se une con el mar
formando un fantástico arrebol
que suavemente da paso a la noche.

¡Ánimo! Por tu recuerdo y olvido.
¡Ánimo! Por nuestra amistad.
¡Ánimo! Por la Dátsima y el Imperio del Sol.

¡Ánimo, de ser Neruda y Van Gohg,
por tu ausencia y tu presencia!.

¡Ánimo, alma y espíritu!.
¡Ánimo, conciencia y pensamiento íntimo!.

¡Ánimo, mi Princesa!.
Ánimo en que te amo
sin ser tu enamorado.

¡Ánimo!... Así bautizo al León
que acompaña a mi alma
con un “Te Quiero” en el corazón.

Entre nos... tus Deseos y Sueños.
(escrito el 10/08/98)

Entre delfines y ostras
se encierra tu mirada
y tus ojos reflejan la tranquilidad del mar
con su brillo de luna.

Entre el sol y el mar
se inician tus sueños;
Sol y mar, orgullo
de quien te diera la vida.

Entre la inocencia y la dulzura
de tu personalidad: nace Manzanita.
Fruto del vientre,
de quien durante nueve meses
te cuidara y amara,
y quien de la misma forma
en tus diecinueve años
ha logrado hacer de ti
la gran mujer que eres...

Y aquí entre nos...
Princesa del Imperio del Sol,
Mi Escudo y Espada,
que nazcan en la realidad...
tus deseos y sueños...

Sol y Mar.
(escrito el 09/09/98)

Sol, radiante y cálido.
Mar, inmenso y sereno.

Sol y mar, en tus radiantes ojos
pletóricos de bella inocencia.

Sol y mar, arreboles de orgullo
en tus suaves mejillas.

Sol y mar, fruto del vientre
de una bella luna.

Sol y mar, de una Princesa origen.
Horizonte de Orquídeas de Fuego.

Sol y mar, deseo de los hombres.
Mi Alter Ego.

Sol y mar, refugio de mi alma...
Alma libre y bendecida contigo.


Sólo un deseo.
(escrito el 27/11/98)

Al llegar al atardecer
me refugio entre los arreboles
que deja en su reflejo
el sol a la mar.

Una estela de radiante colorido
que brinda antesala a la noche
y que deja en el horizonte
la más frondosa Orquídea.

Se asoma la luna
y los arreboles se tornan claroscuro
ofreciendo el brillo de tus ojos,
que tanto me han brindado seguridad.

El viento se hace plácido y sereno
como el susurro de tu voz,
que viene a serenar mi tristeza
y avivar mi alma con su carisma.

Pero, esto es sólo un deseo
producto del reflejo de mis sueños...

La Paloma del Olvido.
(escrito el 28/11/98)

En esta paz silenciosa y triste
donde el olvido se ha hecho paloma
y la soledad olivo,
aguardo por el atardecer
a orillas del mar.

No puedo creer ni aceptar,
que hoy al caer entre las ramas
de éste seco árbol,
sin la soledad de un denso lago,
marchitas las rosas
no florezca ni una Orquídea siquiera.
Y que de vez en cuando,
me ilumine una estrella
o tan sólo renazca “La Flor de Siria”.

En éstas ramas rotas y de hojas secas
como hoy mi vida lo está
de tanto dar recuerdo
para recibir a La Paloma del Olvido,
vuelvo a sangrar.

Paloma que en su pico
lleva la soledad por olivo
y en sus plumas
mis ganas de dejar de buscar.

Buscar el resguardo de mis sueños
y refugio a mi alma,
para volver a lo que tanto he rechazado:
La tristeza y altivez de mi pasado.

¿¡Quizá!?.
(escrito el 29/11/98)

Quizá nunca lo hallas entendido
ni lo entiendas algún día,
cuanto eres y haz sido en mi vida.
Y es que ya no tengo palabras
para explicar
el porqué de tan vanidoso título.

Quizá semejante título
halla sido demasiada responsabilidad
y realmente como bien me expresaste,
no lo mereces...

Y es que quien no quiere
no merece ni se ofrece,
se niega y olvida...
y últimamente así parece ser.

Quizá he sido yo
quien no ha entendido,
que no tengo el derecho
de ocupar la vida de los demás
ni darle posiciones claras y exactas.

Aún así y pese a los olvidos
y quizá sea lo más triste,
no he dejado de amarte como siempre
al contrario, te quiero cada vez más.
Aún no me resigno.

Y me disculpo, si te he comprometido
con el conferido titulo
o te he envuelto en mi tristeza
y más aún, si mis palabras toscas
te hacen daño pues nunca lo he querido.

Si algún día
llegas a leer este escrito
y me confirmas que eres mi Princesa
y yo, el más basto idiota,
quiero borrar todo lo antes dicho
con tu abrazo y mi cariño.

Si no es así, y no eres mi Princesa
quiero que sepas que aunque dolido
lo he de aceptar, sólo dejare de buscar
lo que no es, ni nunca ha sido.
Guardare aquí, las palabras sin olvido.

Y aunque parezco egoísta
¡Y quizá lo sea!
Hoy más que rogarle a Dios
por mi vida...
Ruego porque esto sea tan sólo
un injusto ¡Quizá!.

Recuerdos.
(escrito el 29/11/98)

Cuán difícil ha sido
acercarme a ti, estar a tu lado.
¡Conocerte! Eso, eso fue toda una Odisea.
¿ Lo recuerdas?
Fueron tres las veces, tres las ocasiones,
para lograr siquiera
que me llamaras por mi nombre...

En medio de una charla amena,
que entablaba con un amigo en común
mientras como todas las tardes,
nos retábamos con un tablero al jaque mate,
apareciste tú...
acompañada de tu dulce madre.

Admiré tu belleza,
me gustó tu carisma
y me incomodó tu coqueta arrogancia,
que te hizo ignorar mi presencia.

Te me hiciste indiferente en ese momento,
parecías una niña rica...
Yo para ti en ese instante, sólo fui un extraño
del que te molestaba su mirada
y quizá, mi vanidoso y orgulloso silencio.

Luego, al mismo lugar,
bajo la misma situación,
te volvía a conocer,
esta vez con un poco más de gracia.

Pasaste a mi lado
sin siquiera saludar.
¡Qué mal educada pensé!.
Tropezaste con la silla
en la que me encontraba,
y sin voltear, me pediste disculpas...

Descuida Adriana, te dije.
Te volteaste y al verme
extrañada exclamaste:
¡¿ Te conozco ?! ...
Y me saludaste
con un beso en la mejilla,
pidiéndome otra disculpa
por tu mala memoria.

Ese día fui el blanco
de todo tipo de burlas
y tú mostraste rasgos
de dulzuras,
aunque seguías arrogante
y coqueta.

Pasaron varios meses
y no nos habíamos vuelto a ver.
Comenzaban las clases
y con ella un rumor en los pasillos,
que hablaban de una belleza
que traía a todos locos.

Bueno y yo, popular y vanidoso
no aceptaba ser el único
en no conocer a aquella belleza
que se hacia rápidamente
de la popularidad
de la que hasta entonces,
yo gozaba.

Cual fuera mi sorpresa,
cuando le pedí a otro amigo en común
que me presentara a la belleza
sentada en la escalera,
con tez morena y cabellera larga negra.
Aquella belleza
de la que todos hablaban.

Esa belleza eras tú,
una vez más te conocía
y tú olvidabas quien yo era,
como siempre.
Pero como dicen a la tercera
va la vencida.

Te comportaste
con un poco más de simpatía,
claro y como de costumbre,
con tu coqueta arrogancia.

Han pasado ya
un poco más de cuatro años,
y hoy al recordarte
cuando me haces falta,
buscando como justificar tu ausencia,
me topo con esta Odisea
en medio de mis recuerdos.

Y es que como en otrora
haz vuelto hacer gala
de tu mala memoria
y yo, sigo admirando tu belleza
degustando tu carisma,
incomodado, ya no porque ignores mi presencia,
ahora es por mi ausencia.

Mas ya no eres una coqueta arrogante,
aparentando ser una niña rica.
Ni yo un extraño del que te incomoda
su vanidoso silencio y su mirada...
ahora tan sólo somos parte
de éste y otros recuerdos.

Corazón de Princesa.

En una Quimera sin final,
entre un hermoso reino
y un imperio indestructible,
surgió otro imperio similar
al que llame: El Imperio del Sol.

Con él, nació la Historia
de una mujer hermosa
que en sus ojos llevaba el gran poder
de darle vida a los sueños
para revivir la más pura
y sincera de las poesías...

Sobre un Horizonte de Orquídeas
se le vio siempre su andar.
Arrogante y coqueta,
cual fuerte y tierno León.

Se decía que sólo era apariencia,
la más falsa de las ilusiones.
Y es que pese a que sus tierras
se vieron arropadas
por grandes brumas de batallas
y el peso del nunca volver,
ella siempre fue colmada
de la comodidad de su Reino
y consentida por los reyes de la comarca.

Pero muy pocos sabían
que pese a su hidalguía,
fue criada con sencillez
y con gran humildad,
brindadas por un digno rey
en su nobleza y gran sabiduría.

Un rey que le regaló
la fortuna del sol
y la inmensidad del mar
al bendecirla con su nombre
que lleva su deseo y su ilusión.

Un rey que supo sin ser Dios
crear un perenne atardecer.

Y es que si los ojos
son las ventanas que conducen al alma,
en los de ella se refleja
lo que otros niegan
y yo aseguro: Corazón de Princesa.

Princesa, la primera y única.
La primera y única, en mi mundo...
Mi mayor musa
y origen de un Caballero...

De Rey a Caballero...
(escrito el 23/12/98)

Al dejar ilusiones,
aquella tierra encantada e ilógica,
el rey de reyes se marchó triste
pero con la esperanza
de perder su trono
para construir su Imperio.

Encerrado en una fría armadura
fundida con el más noble acero
se enfrentó a dragones y fantasmas,
convertido en sapo y bestia.

Se hizo acompañar por una Quimera,
esperando la muerte
o la oportunidad de la vida.
Y cuando cayó vencido y cansado
sobre una roca en la que sangró,
a orillas del mar
tras la puesta del sol,
fue hallado por una Princesa.

Bastó un ¡Hola que tal!
su mirada y arrogancia
para que regresara de la muerte.

Y su palabra y un beso
para hacer del rey
un noble Caballero.

Atrás había dejado
el cuerpo de sapo
y el humor de bestia,
la corona y la tormenta.

Paso de rey a Caballero
por quien creyó Princesa.
Aguantó el olvido y lo injusto
por el sentimiento.

Ayer despertó sobre aquella roca
sangrando, sin sus recuerdos.
Despertaba de un bonito sueño
con el cuerpo de un sapo
y el humor de una bestia.
Regresó al pasado estancado,
sin corona, sin memoria.
Regresó como el mago de Oz.

Escribo Queriéndote...
(escrito el 12/02/99)

Escribo queriéndote olvidar
sin saber cuán de cierto hay,
en tus palabras.
Y cuanta voluntad, en las mías...

Empuño mi pluma
con destino a un camino distinto
que no permita, buscarte entre el ocaso.
Escribo queriendo matar tu recuerdo
y darle olvido, o al menos descanso.

Pero ha sido imposible.
Aunque mi pensamiento resentido
ponga sequedad en mis palabras,
mi corazón también resentido
hace de mi voz cristal.
Cristal que se rompe al dejarte hablar...

Sea cual sea el camino
que disponga mi pluma,
aunque sea por un segundo,
me detengo refugiado
entre los arreboles sobre el mar.

Y te recuerdo,
aunque sea, queriéndote olvidar.
Y te revivo, cada vez más hermosa,
con mayor vida,
cuando busco con mi pluma
tu recuerdo matar.
Y te amo... sin ser tu enamorado.

Y te escribo queriéndote olvidar
para terminar recordando cuanto te quiero:
¡Mucho más de lo que te puedo aguantar!...

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